“En nuestro anterior episodio…”
Al terminar El oro del Rhin, el dios Wotan imaginó una raza de héroes. Así salvaguardará su supremacía. Pero los pactos a los que él mismo está atenido lo ponen en jaque. La consecuencia es un drama súper violento, súper profundo.
La valquiria comienza con el encuentro de dos hermanos (hombre y mujer) separados en la primera infancia. Lo que sigue es el sueño guajiro de cualquier comadre telenovelera: él busca refugio y ella lo acoge, simpatizan, se enamoran. ¡Ah, pero es casada! No les importa, se identifican en la vida, en los infortunios, y recuperan una espada maravillosa predestinada sólo a él. Llega el marido y los tórtolos huyen.
Segundo acto: Todo lo anterior es justo lo que Wotan quería; para eso los engendró. Pero pronto llega su esposa, Fricka, la diosa que vela por la institución familiar, y le lee la cartilla. Toda su euforia se vuelve un lamento. Entra en escena la valquiria Brunilda, su hija favorita, a quien le había encomendado proteger a los fugitivos. (Nótese que ninguno de estos vástagos, ni otros más, los tuvo con su esposa). En fin, esto es solo el planteamiento.
La valquiria es la obra más conocida de la tetralogía de Richard Wagner. Muchos la reconocen por la famosísima “cabalgata de las valquirias”, tema musical que ha aparecido hasta en dibujos animados. También por las estampas de mujeres caracterizadas a lo vikingo, estereotipo y caricatura de las cantantes de ópera wagneriana.
Musicalmente es una experiencia tremenda: hay temas que ponen los pelos de punta y otros que conmueven hasta las lágrimas. Dramáticamente nos presenta un conflicto que atañe a todos: lo imposible de la libertad.
Permítanme dar una clave de lectura. La persona que más nos importa, a quien más amamos, somos nosotros mismos; y en nuestros sueños desdoblamos nuestra personalidad. Los seres que representan lo anterior, alter egos, son fruto de esos deseos sublimes, son “hijos” nuestros.
Esta es solo una manera de leer La valquiria, de encontrar sentido a esta obra cargada de simbolismos. Gran poesía, revestida de conflictos entre seres fantásticos.
Comentarios de: Rodolfo Ortega, Productor de Escenarios.